sábado, 4 de marzo de 2023

VOSOTROS SOIS LOS SARMIENTOS

 


En este capítulo final, mi deseo es hablar especialmente a los que están en el trabajo cristiano. El pensamiento primordial en mi corazón a este respecto es que todo depende de que estemos en una relación correcta con Jesucristo. Si quiero manzanas buenas, debo tener un buen manzano; y si cuido la salud del manzano, el manzano me dará manzanas buenas. Lo mismo ocurre con nuestro trabajo cristiano. Si nuestra vida con Cristo es buena, todo saldrá bien en el ministerio; podremos necesitar de instrucción, ayuda y entrenamiento en las diversas áreas de la obra, y todo eso tiene su lugar apropiado. Pero a la larga, el primer requisito es tener nuestra vida en Cristo; en otras palabras, tener a Cristo en nosotros, obrando a través de nosotros. Ruego a Dios que consuele y anime a cada amado siervo suyo. Sé que en el ministerio hay muchas cosas que pueden perturbarnos o causarnos inquietud; pero el Maestro desea que estemos en paz y descansemos en nuestro servicio para Él, que tengamos alegría y fuerza para llevar a cabo nuestro trabajo. Pero esto sólo es posible si permanecemos en Él y mantenemos la actitud correcta.

He tomado mis pensamientos de la parábola de la vid y los sarmientos o ramas en Juan 15:5: "Yo soy la vid; vosotros los sarmientos". Quiero considerar especialmente las palabras vosotros sois los sarmientos.

Ser sarmiento de un árbol o de una vid es realmente sencillo: el sarmiento nace de la vid o del árbol, y allí vive, crece y, a su debido tiempo, da fruto. No tiene ninguna responsabilidad, salvo recibir de la raíz y del tallo su alimento a través de la savia. Del mismo modo, si por el Espíritu Santo comprendiéramos nuestra relación con Jesucristo, nuestro trabajo se transformaría en una influencia sumamente eficaz. En lugar de ser una experiencia agotadora, nuestro trabajo podría ser nuevo y fresco, vinculándonos a Jesús como nunca antes. Después de todo, ¿no es cierto que nuestro trabajo a menudo se interpone entre Jesús y nosotros? ¡Qué locura! El mismo trabajo que hacemos para Él puede ser asumido de tal manera que nos separe de Cristo. Muchos trabajadores de la "viña" se han quejado de que tienen demasiado trabajo que hacer y poco tiempo para la comunión íntima con Jesús; de hecho, ¡algunos trabajos disminuyen la inclinación a la oración, y la intensa implicación con los necesitados oscurece la vida espiritual! ¡Qué tragedia, que la fructificación separe al sarmiento de la vid! Seguramente esto se debe a que hemos considerado nuestro trabajo como algo distinto de dar fruto. Que Dios nos libre de todo falso pensamiento o expectativa sobre la vida cristiana.

He aquí algunas reflexiones sobre lo que debería ser la bendita vida  de la rama o sarmiento.

En primer lugar, es una vida de dependencia absoluta. El sarmiento no tiene nada por sí mismo; depende de la vid para todo. La frase "dependencia absoluta" es muy significativa. Hace algunos años, un gran teólogo alemán escribió dos grandes volúmenes para mostrar que toda la teología de Calvino se resume en el principio de la dependencia absoluta de Dios. Otro gran escritor ha dicho que la dependencia absoluta e inalterable sólo de Dios es la esencia de la religión de los ángeles, y debería serlo también de los hombres. Dios lo es todo para los ángeles y está dispuesto a serlo todo para el creyente. Si podemos aprender cada momento del día a depender de Dios, todo saldrá como debe, todo saldrá bien Recibirás la vida "superior" si dependes absolutamente de Dios.

La relación entre una vid y sus sarmientos es de interdependencia. Cada vid que ves y cada racimo de uvas que aparece en tu mesa es un recordatorio de esa relación. El sarmiento depende absolutamente de la vid para dar su fruto. La vid cuenta con el sarmiento para dar fruto.

Por supuesto, la vid tiene que hacer el trabajo vital. Envía sus raíces hacia el suelo, bajo la tierra las raíces a menudo de largo alcance, y encuentra alimento y humedad. Si se añade abono a la tierra, la vid envía sus raíces hacia él, y entonces las raíces convierten la humedad y el abono en una savia especial que da energía al crecimiento del rico fruto que va a dar. La vid hace el trabajo; la rama simplemente recibe de la vid la savia para hacer crecer las uvas. Me han hablado de una vid en particular que a veces daba un par de miles de racimos de uvas. La gente se asombraba de su insólita producción. Después se descubrió que la vid extendía sus raíces cientos de metros bajo tierra hasta el río Támesis. Allí, en todo el rico suelo del lecho del río, había encontrado abundante alimento y humedad, y las raíces arrastraban la savia a esa increíble distancia hacia la vid, dando como resultado una cosecha asombrosa.

Jesús es la Vid. El poder del Espíritu Santo obra en nosotros, los sarmientos, para producir frutos maravillosos para el reino mientras permanecemos en él. Ya sea que predique un sermón, enseñe una clase bíblica o visite a los enfermos de mi congregación, toda la responsabilidad del trabajo recae en Dios, quien suministra la fuerza.


Jesús es la Vid

El flujo de energía a las ramas no es intermitente. Es una relación vital, continua y saludable. El sarmiento que permanece en la vid es nuestra posición de siervos. Cada día debo ser consciente de mi parte para permanecer en Él, para descansar y confiar y saber que sin la Vid no soy nada. Estudia la palabra nada. Si estoy reteniendo, Dios no puede ser todo. Tenemos que llegar a ser nada.

Esta es nuestra primera lección, la de aprender a ser absolutamente dependientes. La dependencia de Dios es el secreto de todo poder en nuestro trabajo. El sarmiento no tiene nada excepto lo que recibe de la vid, y tú y yo no tenemos nada excepto lo que recibimos de Jesús.

Si pudiera pensar y hablar, la rama nos enseñaría la importancia de descansar en nuestro Señor Jesús. Diría: "Con toda tu prisa y esfuerzo en la obra de Cristo, nunca prosperas. Lo primero que tienes que hacer es venir y descansar. Eso es lo que yo hago: simplemente descansar en la vid. Cuando llega la primavera, no tengo ningún pensamiento ansioso ni ninguna preocupación. La vid vierte su savia en mí para dársela al brote y a la hoja. Cuando llega el verano, no tengo ningún cuidado; en el gran calor, confío en que la vid traerá humedad para mantenerme fresco. En el tiempo de la vendimia, cuando el dueño viene a recoger las uvas, yo no tengo ningún cuidado; si algo no va bien en las uvas, el dueño nunca culpa al sarmiento; la culpa es de la vid. Y si quieres ser un verdadero sarmiento de Cristo, la Vid viva, sólo descansa en Él. Deja que Cristo cargue con la responsabilidad".

Quizá digas: "¿No me hará eso perezoso?". Nadie que aprenda a descansar en el Cristo vivo puede volverse perezoso, pues cuanto más estrecho sea tu contacto con Cristo, tanto más del Espíritu de su celo y amor nacerá en ti. Comienza a trabajar en medio de toda tu dependencia la adición de un profundo descanso. Un hombre a veces intenta con gran esfuerzo depender de Cristo, pero se estresa a sí mismo acerca de esta dependencia absoluta: lucha, y no puede conseguirlo del todo. Pero que sólo se siente, que se hunda, que cada día apoye todo su peso en Cristo.

 En tu mano poderosa descanso,

Así se hará el trabajo;

Porque ¿quién puede obrar tan maravillosamente

¿Como el Todopoderoso?

Siervo de Dios, toma tu lugar cada día a los pies de Jesús, en la bendita paz y descanso que vienen del conocimiento:

No tengo preocupaciones, mis preocupaciones son Suyas;

No tengo miedo,

Él cuida de todos mis miedos.

Venid, hijos de Dios, y comprended que es el Señor Jesús quien quiere obrar a través de vosotros. Os quejáis de vuestra falta de amor ferviente. Vendrá de Jesús. Él derramará el amor divino en vuestro corazón para que podáis amar a la gente. Ese es el sentido de la afirmación: "El amor de Dios se derrama en nuestros corazones por el Espíritu Santo"; y de aquella otra palabra: "El amor de Cristo nos constriñe...". Cristo puede poner en ti tal fuente de amor que no puedas evitar amar a los más miserables, a los más ingratos, incluso a los que más te han probado. Descansa en Cristo, que da sabiduría y fuerza. No te das cuenta de que el descanso será a menudo la mejor parte de tu testimonio. Si suplicas y discutes con la gente, sólo entenderán que estás luchando con ellos. Será como si dos hombres no estuvieran de acuerdo y estuvieran luchando en un nivel terrenal el uno con el otro. Pero si te dejas envolver por el profundo descanso de Dios, la paz, la quietud y la santidad del cielo abrirán el corazón del oyente para que escuche las palabras que dices.

En tercer lugar, la rama enseña una lección de fecundidad. El Señor Jesús repitió la palabra fruto a menudo en esta parábola. Primero habló de fruto, luego de más fruto, y luego de mucho fruto. Tú estás ordenado no sólo a dar fruto, sino a dar mucho fruto. "En esto es glorificado mi Padre, en que deis mucho fruto". En primer lugar, Cristo dijo: "Yo soy la Vid, y mi Padre es el Viñador". Mi Padre es el Viñador, el que tiene a su cargo a ti y a mí. El que velará por la conexión entre Cristo y los sarmientos es Dios; y es en el poder de Dios, por medio de Cristo, que hemos de dar fruto.

Sabemos que el mundo perece por falta de obreros. Pero muchos en la obra de la mies están diciendo: "No sólo necesitamos más obreros, sino que nuestros obreros necesitan tener un nuevo poder, una vida que produzca fruto." Hijo de Dios, apelo a ti. Piensa en las molestias que te tomas, en el caso de un amigo o familiar enfermo, para encontrar una cura a su dolor o enfermedad. Harías lo que fuera para proporcionarle la ayuda que necesita. Sin embargo, a nuestro alrededor hay cientos de personas que nunca van a la iglesia o que asisten a los servicios pero no conocen a Cristo. Se trata de ofrecer las uvas de la Vid Celestial. Estas no se pueden comprar, como sabemos. A menos que los hijos de Dios estén llenos del Espíritu Santo y del amor de Jesús, no pueden ofrecer la uva que da vida. Todos confesamos que hay mucho trabajo en marcha, mucha predicación y enseñanza y visitas, mucho esfuerzo serio, pero hay muy poca manifestación del poder de Dios.

¿Cuál es el problema? Hay una conexión defectuosa entre el sarmiento y la Vid. Cristo, la Vid Celestial, tiene bendiciones para derramar sobre decenas de miles que están pereciendo. Cristo, la Vid Celestial, tiene poder para proveer las uvas celestiales. Pero nosotros somos los pámpanos o sarmientos, y no podemos dar fruto celestial a menos que estemos en una relación vital con Jesucristo.

No confundas trabajo y fruto. Puede haber mucho trabajo para Cristo que no sea fruto de la Vid Celestial. No busques sólo estar ocupado para Dios. Estudia para saber lo que es dar verdadero fruto. Es la vida misma, el poder, el Espíritu y el amor del corazón del Hijo de Dios expresándose a través de ti al mundo.

Usted sabe que existen muchos tipos de uva. De un país a otro hay una gran variedad, cada una con un nombre diferente. Y cada vid proporciona exactamente ese aroma y jugo peculiares que dan a la uva su textura y sabor particulares. Cristo, nuestra Vid, tiene una vida llena de amor, bendición y poder para todos los que confían en Él, que es totalmente celestial y divina, y que entrará en nuestros corazones y nos hará semejantes a Él. Permanece en estrecha conexión con la Vid celestial y ruega, Señor Jesús, nada menos que la savia vivificante que fluye a través de ti, nada menos que el Espíritu de tu vida divina es lo que pido. Que el Espíritu de Dios fluya a través de mí en todo mi trabajo para ti. Te recuerdo que la savia de la Vid celestial es el mismo Espíritu santo. El Espíritu Santo es la vida de la Vid celestial. Lo que debes recibir de Cristo es nada menos que una fuerte afluencia del Espíritu Santo. Lo necesitas desesperadamente, pero no necesitas nada más que eso. No esperes que Cristo te dé sólo un poco de fuerza aquí y un poco de bendición allá. Como la vid hace su trabajo al proveer su propia savia peculiar a la rama, así espera que Cristo dé su propio Espíritu Santo en tu corazón, y entonces darás mucho fruto. Si sólo has comenzado a dar fruto y estás escuchando la palabra de Cristo en la parábola que se refiere a "más fruto" y "mucho fruto' recuerda que para dar más fruto simplemente necesitas más de Jesús en tu vida y en tu corazón.

"Nosotros, los ministros del Evangelio, corremos el peligro de caer en un modelo de trabajo impertérrito. Podemos orar al respecto, pero la frescura, la vitalidad y el gozo de la vida celestial no siempre están presentes; tratemos de comprender que la vida del pámpano o rama es una vida de mucho fruto porque es una vida arraigada en Cristo, la Vid viva y celestial.

El cuarto pensamiento aborda la verdad de que la vida de la rama o sarmiento es una vida de estrecha comunión. Preguntémonos de nuevo: ¿Qué tiene que hacer el sarmiento? Conoces esa preciosa palabra inagotable que Cristo utilizó: permanecer. Tu vida ha de ser una vida que permanece. ¿Y cómo es permanecer? Es tan sencillo como la relación de un sarmiento con una vid: una estrecha comunión en cada momento del día. ¿No podemos vivir cada día en comunión permanente con la Vid celestial? Muchos responderían: "Pero estoy tan ocupado con otras cosas". Incluso si tienes diez horas de trabajo cada día en las que estás ocupado con cosas temporales, esto no debería impedir tu permanencia en Cristo; la permanencia es una obra del corazón, no de un lugar físico o incluso de un esfuerzo consciente. Es una relación de conocimiento, amor y confianza en lo más profundo de la vida interior, caracterizada por la fe, la esperanza y la comunicación espontánea. Si aprendes a recurrir a esta relación en cualquier momento y a dejarte guiar por el Espíritu en cada instante, verás que el fruto llegará.

¿Cómo afecta a mi vida esta comunión permanente? ¿Qué significa? Consultaré a mi Señor cada decisión importante, incluso las de menor importancia. Pasaré tiempo en oración privada. Algunos recibirán ocasionalmente una gran bendición, sentirán una gran afluencia de gozo celestial, pero esto no será necesariamente la norma. La falta de entusiasmo no significa que nuestra comunión esté rota. Sí, nos tomaremos tiempo para estar a solas con Cristo, pero su presencia no nos abandonará aunque no seamos conscientes de ello.

Muchos creyentes consideran esta permanencia como una carga, un deber y una dificultad. Esto es muy desafortunado. Es un gran obstáculo y progreso en la vida cristiana. Necesitamos más comunión silenciosa con Dios, pero nunca pensemos en ello como un deber. Es nuestro gozo y nuestro privilegio. No se puede ser una rama sana sin comunión con Dios. Pero que sea algo natural como lo sería una conversación de amigo a amigo. Jesús anhela vivir en estrecha comunión contigo. Que sea también el deseo de tu corazón.

Mi último pensamiento es que la vida de la rama es una vida de entrega total. Es una entrega completa, absoluta, sin reservas. Este tipo de entrega deja toda la responsabilidad a la vid para que dé tanta o tan poca savia como quiera. Estamos a su disposición, y la vid puede hacer con nosotros lo que quiera.

Cuanto más ejerzo mi ministerio, más siento que la entrega absoluta es uno de los puntos más difíciles de aclarar y, sin embargo, uno de los más importantes de nuestra vida cristiana. A menudo es fácil que una persona venga y se ofrezca a Dios para una consagración total sin saber exactamente lo que significa. Nuestra entrega a Cristo debe ser tan completa como la entrega de Cristo a Dios cuando caminó sobre la tierra. Algunos piensan que eso es demasiado radical. Pero eso es lo que se necesita. Cristo Jesús vino a insuflarnos su propio Espíritu, a hacernos encontrar nuestra máxima felicidad en vivir enteramente para Dios, como Él lo hizo. Yo viviría día a día para que Cristo pudiera hacer conmigo lo que Él desea.

Un terrible error yace en el fondo de tanto esfuerzo por seguir a Cristo. Un hombre piensa: Tengo mi negocio, mis deberes familiares y mi responsabilidad cívica, y todo esto no cambiará. Ahora, además de todo esto, espero servir a Dios y ser guardado del pecado y hecho apto para el cielo. Que Dios me ayude a cumplir con mis deberes. Pero esto no es como debería ser. Cuando Cristo murió, compró al pecador con su sangre. Nuestra relación como cristianos es de siervo a amo. Si he sido comprado con la sangre de Cristo, y elijo seguirlo, debo vivir cada día con un solo pensamiento: ¿Cómo puedo agradar a mi Maestro? Otras relaciones en la vida son secundarias a ésta.

La vida cristiana nos resulta tan difícil porque buscamos la bendición de Dios mientras vivimos la vida cristiana según nuestros propios deseos y caprichos. Hacemos nuestros propios planes y elegimos nuestro propio trabajo, y luego le pedimos al Señor Jesús que nos bendiga. Pero nuestra relación con Jesús debería ser tal que estuviéramos enteramente a su disposición, viniendo a Él cada día humilde y honestamente, diciendo: "Señor, ¿hay algo en mí que no esté de acuerdo con tu voluntad, que no haya sido ordenado por ti, o que no esté enteramente entregado a ti?". Si esperáramos pacientemente, sé cuál sería el resultado. Surgiría una relación entre Cristo y nosotros tan estrecha y tan tierna que nos asombraríamos de cómo pudimos pensar que estábamos entregados a Cristo.

Cuando hablo de entrega total, no me refiero a la entrega de nuestros pecados, aunque puede ser que necesites hacer eso: tal vez un temperamento violento, un mal hábito, pecados a los que nunca has renunciado por el bien de tu relación con Cristo. Me temo que inconscientemente muchos transigen, teniendo la idea de que no pueden estar sin pecado; que todos debemos pecar cada día; que no podemos evitarlo. Pero nuestro grito a Dios debería ser: "¡Señor, guárdame y librame del pecado!". La rendición consiste en entregarse completamente a Jesús. Él te hablará  y guardara de cualquier pecado del que no seas consciente.

Hay tanta mundanidad en nuestro trabajo, en nuestras iglesias y en nuestro entorno que nos hemos acostumbrado a ella y pensamos: No se puede cambiar. No vamos al Señor y le preguntamos sobre ello. Pero mi consejo es que traigas todo a Jesús y digas: "Señor, todo en mi vida tiene que estar en completa armonía contigo". Que tu entrega a Cristo sea absoluta. Él te mostrará lo que no está de acuerdo con su mente y voluntad y te llevará a una comunión más profunda.

En conclusión, permítanme decirles en una palabra: Cristo Jesús es la Vid y ustedes los sarmientos o ramas. Si todavía existe en vuestro corazón el pensamiento de que no sois un sarmiento fuerte, sano y fructífero, que no estáis estrechamente unidos a Jesús, escuchad Sus palabras: "Yo soy la Vid; yo te acogeré; yo te atraeré a mí; yo te bendeciré; yo te fortaleceré; yo te llenaré de mi Espíritu. Tú eres el sarmiento. Me he entregado totalmente a ti; entrégate totalmente a mí. Me he entregado absolutamente a ti como Señor. Me he hecho hombre y he muerto por ti para ser enteramente tuyo. Ven y entrégate enteramente para ser mío".

¿Cuál es tu respuesta? Que sea una oración desde lo más profundo de tu corazón para que Cristo vivo te reúna consigo. Que tu oración sea que Él, la Vid viviente, te una tan estrechamente a Él que tu corazón cante: Entonces, cuando estés a solas con Él, adórale y alábale y confía en Él, ámale y espera su amor: Basta, mi alma está satisfecha. ¡Gloria a su nombre bendito! (Contribuido)



 

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domingo, 26 de febrero de 2023

SOMOS GUARDADOS POR EL PODER DE DIOS

 


Alabado sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo. En su gran misericordia nos ha hecho renacer a una esperanza viva por la resurrección de Jesucristo de entre los muertos, y a una herencia que nunca perecerá, ni se echará a perder, ni se marchitará, guardada en los cielos para vosotros, que por la fe estáis protegidos [guardados] por el poder de Dios hasta la venida de la salvación que está preparada para manifestarse en el último tiempo.  1 Pedro 1:3-5

Aquí hay dos verdades maravillosas acerca de cómo el creyente es guardado para su salvación final. Una verdad es que él es guardado por el poder de Dios, y la otra es que él es guardado a través de la fe. Queremos considerar o ver los dos lados; primero, el lado de Dios y Su poder para guardarnos en todo momento; y segundo, el lado humano, nuestra fe que permite a Dios hacer Su obra de guardar. Eres engendrado de nuevo a una herencia guardada en el cielo para ti; eres guardado aquí en la tierra por el poder de Dios. Existe una doble guarda o custodia: En el cielo la herencia es guardada para mí, y en la tierra, yo soy guardado para la herencia.

En cuanto a la primera parte de esta custodia, no hay duda. Dios guarda la herencia en el cielo perfectamente y con seguridad. Pero el mismo Dios me guarda a mí para la herencia. Eso es lo que quiero que entiendas. Ustedes saben que sería insensato que un padre terrenal estableciera una herencia para sus hijos-que la guardara para ellos-y sin embargo no buscara guardarlos para ella. Imagínate a un hombre que pasa toda su vida haciendo todos los sacrificios posibles para amasar dinero, y cuando llega a su primer millón, le preguntas por qué se sacrifica tanto, y su respuesta es: “Quiero dejar a mis hijos una gran herencia”. Si entonces te enterases de que ese mismo hombre no se toma la molestia de educar a sus hijos, de que les deja correr salvajemente por las calles y adentrarse en caminos de pecado, ignorancia e insensatez, ¿qué pensarías de él? Dirías: "Qué insensato guardar una herencia para sus hijos, pero no guardar ni preparar a sus hijos para la herencia". Sin embargo, muchos creyentes piensan que Dios está guardando la herencia para ellos, pero no pueden creer que Dios los está guardando para la herencia. El mismo poder, el mismo amor, el mismo Dios está haciendo ambas cosas.

Ya he dicho que tenemos dos verdades muy sencillas: Somos guardados por el poder de Dios y somos guardados por medio de la fe.

Primero, veamos el lado divino Somos guardados por el poder de Dios. Piensa, en primer lugar, que esta guarda lo incluye todo. ¿Qué es guardado? Tú eres guardado. ¿Cuánto de ti? Todo tu ser. ¿Guarda Dios una parte de ti y no otra? No. Algunas personas piensan en términos de una guarda vaga y general; que Dios los guardará de tal manera que cuando mueran irán al cielo. Pero no aplican esa palabra guardado a todo lo que hay en su ser y en su naturaleza. Y, sin embargo, eso es lo que Dios quiere. Imagina que pido prestado un reloj a un amigo que me dice: "Cuando te vayas a Europa, te dejaré que te lo lleves, pero guárdalo bien y me lo  devuelves después " Ahora bien, supongamos que he estropeado el reloj: Las manecillas rotas, la esfera rayada y algunas ruedas y muelles destrozados. Si se  lo llevara en ese estado, mi amigo me diría: "Te di el reloj con la condición de que lo guardaras bien...". "¿No lo he guardado? Le digo: "Aquí está tu reloj". "Pero no pretendía que lo guardaras sólo de manera general, de modo que te trajeras sólo el reloj en sí, aunque estuviera roto. Esperaba que guardaras cada parte de él, y en buen estado". Del mismo modo, Dios no quiere guardarnos de esta manera general, para que al final, de un modo u otro, nos salvemos como por fuego y lleguemos a duras penas al cielo. Más bien, el poder y el amor de Dios se aplican a cada parte de nuestro ser.

Algunos piensan que Dios los guardará en las cosas espirituales, pero no en las temporales. Esto último, dicen, queda fuera de Su jurisdicción. Pero cuando Dios te envía a trabajar en el mundo, no te dice: "Debo irme ahora, mientras tú vas y te ganas tu propio sustento". Él sabe que no eres capaz de mantenerte o guardarte por ti mismo. Más bien, Dios dice: "Hijo mío, no hay ningún trabajo que debas hacer, ningún negocio en el que estés comprometido, y ni un centavo que debas gastar, sin que Yo, tu Padre, este contigo en Mi poder guardador". Dios no sólo cuida de lo espiritual, sino también de lo temporal. La mayor parte de la vida de muchas personas debe transcurrir, a veces ocho, nueve o diez horas al día, en medio de las tentaciones y distracciones de los negocios; pero Dios cuidará de ti allí. La guarda de Dios lo incluye todo.

Hay otras personas que piensan que en tiempos de prueba Dios los guarda, pero en tiempos de prosperidad no necesitan que Él los guarde; entonces se olvidan de Él y lo dejan ir. Otros piensan todo lo contrario. Piensan que en tiempos de prosperidad, cuando las cosas son suaves y tranquilas, son capaces de aferrarse a Dios, pero cuando vienen las pruebas pesadas, de alguna manera su voluntad se rebela y Dios no puede guardarlos. Yo te digo que tanto en la prosperidad como en la adversidad, o en los días buenos y en los malos, tu Dios está dispuesto a guardarte todo el tiempo. Sin embargo, hay otros que piensan que Dios los guardará de cometer algún pecado grave, pero de los pecados pequeños no pueden esperar ser guardados. Está, por ejemplo, el pecado del mal genio. No pueden esperar que Dios lo venza. Cuando oyes de alguien que se ha descarriado o ha caído en la embriaguez o en el homicidio, das gracias a Dios por Su poder guardador. "Yo podría haber hecho lo mismo que ese hombre", dices, "si Dios no me hubiera guardado". Y tú crees que Él te ha guardado de tales cosas. Entonces, ¿por qué no puedes creer que Dios pueda guardarte de los arranques de mal genio? Pensabas que era menos importante; no recordabas que el gran mandamiento del Nuevo Testamento es "Amaos los unos a los otros como yo os he amado." Y cuando tu temperamento y juicio apresurado y palabras agudas salieron, pecaste contra la ley más alta, la ley del amor de Dios. Sin embargo, usted dice: "Dios no me guardara, no lo hará, no puede, no me lo impide". Tal vez digas: "Él puede"; sin embargo, en el fondo sientes que hay algo en ti, un obstáculo que te impide la liberación, y que Dios no te lo quita.

¿Cree usted que los creyentes viven una vida más santa de lo que generalmente se vive? ¿Pueden los creyentes experimentar siempre el poder guardador de Dios con respecto al pecado? ¿Pueden los creyentes ser guardados en comunión con Dios? La Palabra de Dios dice que somos guardados por el poder de Dios. No hay ninguna cláusula calificativa para estas palabras. El significado es que si usted se confía total y absolutamente a la omnipotencia de Dios, Él se deleitará en guardarlo.

Algunos no creen posible que cada palabra de su boca sea para gloria de Dios. Pero es lo que Dios desea, es más, es lo que Dios espera de ellos. Dios está dispuesto a poner una guarda a la puerta de su boca, y si Él hace eso, ¿no puede guardar su lengua y sus labios? Él puede; eso es lo que Dios hará por aquellos que confían en Él. La guarda de Dios lo incluye todo, y quiero que todos los que deseen vivir una vida santa piensen en todas sus debilidades, todos sus defectos, todos sus pecados, y digan: "¿Hay algún pecado o debilidad de la que mi Dios no pueda guardarme?". Y el corazón tendrá que responder: "No. Dios puede guardarme de todos ellos".

En segundo lugar, si quieres entender esta guarda, recuerda que no es sólo una guarda que lo incluye todo, sino una guarda todopoderosa. Quiero adorar a Dios hasta que todo mi corazón se llene con el pensamiento de Su omnipotencia. Dios es todopoderoso, y el Dios todopoderoso se ofrece para obrar en mi corazón, para hacer la obra de guardarme. Quiero estar unido al Omnipotente, al Dios vivo, y tener mi lugar en el hueco de Su mano. Cuando leas los Salmos, piensa en los maravillosos pensamientos que hay en muchas de las expresiones de David: por ejemplo, cuando habla de que Dios es nuestro Dios, nuestra fortaleza, nuestro refugio, nuestra torre fuerte y nuestra salvación. David tuvo visiones muy maravillosas de cómo el mismo Dios eterno es el escondite del alma creyente, y de cómo toma al creyente y lo guarda en el mismo hueco de Su mano, en el secreto de Su pabellón, bajo la sombra de Sus alas, bajo Sus mismas plumas. Y allí vivió David. Sin embargo, nosotros que somos los hijos de Pentecostés, nosotros que hemos conocido a Cristo y su sacrificio y al Espíritu Santo enviado del cielo, ¿por qué sabemos tan poco de lo que es caminar paso a paso con el Dios todopoderoso como nuestro guardador?

¿Has considerado alguna vez que en cada acción de gracia en tu corazón, tienes toda la omnipotencia de Dios obrando para bendecirte? Cuando un hombre me regala dinero, lo recibo y me alejo.  Me ha dado algo suyo, el resto se lo queda él. Pero no es así con el poder de Dios. Dios no puede separarse de parte alguna de Su propio poder; por lo tanto, puedo experimentar el poder y la bondad de Dios sólo en la medida en que estoy en comunión con Él. Cuando estoy en comunión con Él, estoy también en contacto con toda la omnipotencia de Dios y la tengo para ayudarme cada día. Piensa en un hijo que tiene un padre muy rico, y cuando el hijo está a punto de empezar su propio negocio, el padre le dice: "Puedes tener todo el dinero que necesites para empezar". Todo lo que el padre tiene está a disposición de su hijo. Así es con Dios. Su omnipotencia ha decidido quedarse con alguien tan indigno. Su omnipotencia es necesaria para guardar a cada persona insignificante que vive en la tierra, y también para guardar el universo, pero cuánto más es necesaria para guardar tu alma y la mía del poder del pecado.

Si quieres crecer en la gracia, aprende a empezar por aquí: En todas tus cavilaciones y meditaciones, pensamientos y obras, estudios y oraciones, aprende a ser guardado por tu Dios todopoderoso. ¿Qué no hará Dios por el niño que confía en Él? La Biblia dice: "Por encima de todo lo que podamos pedir o pensar". Cuando aprendas a conocerle y a confiar en Su poder, vivirás como debe vivir un creyente. ¡Qué poco entendemos que una vida piadosa es una vida llena de Dios, una vida que ama a Dios y espera en Él, que confía en Él y permite que Él la bendiga! Sólo podemos hacer la voluntad de Dios por el poder de Dios. Dios nos da la primera experiencia de Su poder para prepararnos a desear más y a venir y reclamar todo lo que Él puede hacer. Que Dios nos ayude a confiar más en Él cada día.

Esta guarda no sólo es omnímoda [absoluta y total] y omnipotente, sino también continua e ininterrumpida. A veces la gente dice: "Durante una semana o un mes Dios me ha guardado maravillosamente. He vivido a la luz de Su rostro y no puedo expresar el gozo que he tenido en comunión con Él. Vidas han sido cambiadas, y a veces me he sentido como si fuera llevado en alas de águila. Pero no continuó. Era demasiado bueno para durar". Algunos dicen: "Era necesario que cayera para mantenerme humilde". Y otros: "Sé que fue culpa mía; pero de algún modo no se puede vivir siempre a ese nivel" Oh amado, ¿por qué será? ¿Puede haber alguna razón para que la guarda de Dios no sea continua e ininterrumpida? Sólo piensa. Toda la vida está en continuidad ininterrumpida. La vida es continua, y la vida de Dios es la vida de Su iglesia y Su poder todopoderoso obrando en nosotros. Dios viene a nosotros como el Todopoderoso, y sin ninguna condición se ofrece a ser nuestro guardián o guardador. Su guarda significa que día a día, momento a momento, Él va a guardarnos.

Si les preguntara: "¿Creen que Dios es capaz de guardarlos un día entero de la transgresión real?", algunos de ustedes responderían: "No sólo sé que Él es capaz de hacerlo, sino que creo que lo ha hecho. Ha habido días en los que Él ha guardado mi corazón en Su santa presencia y me ha guardado de la transgresión consciente y real...". Ahora, si Él puede hacer eso por un minuto o una hora o un día, ¿por qué no por dos días? Hagamos de la omnipotencia de Dios revelada en Su Palabra la medida de nuestras expectativas. ¿No ha dicho Dios en Su Palabra: "Yo, el Señor, la guardo y la regaré en todo momento"? ¿Qué puede significar eso? ¿Significa "en todo momento" cada momento? ¿Prometió Dios de esa viña de vino tinto que la regaría a cada momento para que el calor del sol y el viento abrasador nunca la secaran? Sí. En Sudáfrica, cuando injertan ramas, a veces atan una botella de agua encima para que de vez en cuando una gota de agua sature lo que han unido. La humedad se mantiene allí sin cesar hasta que el injerto ha tenido tiempo de unirse completamente y resistir el calor del sol. ¿No nos guardará nuestro Dios, en Su tierno amor hacia nosotros, en todo momento, cuando ha prometido hacerlo? Si tan sólo pudiéramos ver que toda nuestra vida ha de ser obra de Dios: "Dios es el que obra en nosotros el querer y el hacer por su buena voluntad". Cuando finalmente ejercitemos la fe para esperar esto de Dios. Dios lo hará todo por nosotros.

La guarda ha de ser continua. Cada mañana Dios saldrá a tu encuentro al despertarte. No hay duda al respecto. Si confías en Dios, Él saldrá a tu encuentro cada mañana con su sol y su amor divinos. Él te dará la confianza: "Hoy tengo a Dios para guardarme continuamente con Su poder omnipotente". Y Dios saldrá a tu encuentro al día siguiente y todos los días; no importa si en la práctica de la comunión se producen fracasos ocasionales. Si mantienes tu posición y dices, Señor, voy a esperar que hagas todo lo posible, y voy a confiar en ti día a día para que me guardes absolutamente, tu fe crecerá más y más fuerte y conocerás el ininterrumpido poder guardador de Dios.

Por otra parte, somos guardados por el poder de Dios mediante la fe. ¿Cómo debemos entender esta fe? Permítanme decir, en primer lugar, que esta fe significa total impotencia e indefensión ante Dios. En el fondo de toda fe hay un sentimiento de impotencia. Si estoy en el proceso de comprar una casa, confío a un agente inmobiliario el trabajo de conseguir la transferencia de la propiedad a mi nombre y hacer todos los trámites legales. Yo no puedo hacer ese trabajo y, al confiar en mi agente inmobiliario, confieso que no puedo hacerlo. Del mismo modo, la fe siempre significa impotencia. A veces significa: Yo puedo hacerlo con muchos problemas, pero otro puede hacerlo mejor. Pero en la mayoría de los casos es impotencia absoluta; otro debe hacerlo por mí. Y ése es el secreto de la vida espiritual. Un hombre debe aprender a decir: "Lo dejo todo; he intentado y deseado, pensado y orado, pero he fracasado. Dios me ha bendecido y ayudado, pero aún así, a la larga, ha habido tanto pecado y tristeza." Qué cambio se produce cuando un hombre se derrumba en la más absoluta impotencia y desesperación de sí mismo y dice: "¡No puedo hacer nada!"

Recuerda a Pablo. Él estaba viviendo una vida bendita, había sido llevado al tercer cielo, y entonces vino la espina en la carne, “mensajera de Satanás para abofetearlo”. ¿Y qué sucedió? Pablo no podía entenderlo, así que oró para que el Señor se lo quitara; pero el Señor dijo, en efecto, “No, existe el peligro de que te exaltes a ti mismo. Por eso te he enviado esta prueba, para que te mantengas humilde ante mí". Pablo aprendió entonces una lección que nunca olvidaría: regocijarse en sus debilidades. Decía que cuanto más débil era, mejor le iba, porque cuando era débil era fuerte en su Señor.

¿Quieres entrar en lo que la gente llama "la vida superior"? Entonces vaya un paso más abajo. Recuerdo que me contaron de alguien que visitó una fábrica para observar un nuevo sistema tecnológico. Para ver el funcionamiento, el amigo del hombre quiso llevarlo a lo alto de la torre para que viera cómo se hacía el trabajo. El hombre llegó a la torre, entró por la puerta y empezó a subir, pero su amigo le dijo: "No. Ése es el camino equivocado. Primero debemos bajar". El caballero le llevó por unas largas escaleras, y allí les esperaba un ascensor que les llevaría hasta arriba. Dijo: "Hay una lección en esto: bajar es a menudo la mejor manera de llegar a la cima". Sí, Dios tendrá que hacernos descender muy bajo; tendremos que llegar a un lugar de vacío y desesperación y nulidad. Es cuando nos hundimos en la más absoluta impotencia cuando el Dios eterno se revelará en Su poder y cuando nuestros corazones confiarán sólo en Dios.

¿Qué es lo que nos impide confiar perfectamente en Él? Muchos dicen: "Creo lo que dices, pero hay una dificultad. Si mi confianza fuera perfecta, todo estaría bien, porque sé que Dios honrará la confianza. Pero, ¿cómo voy a conseguir esa confianza?". A través de la muerte del yo. El gran obstáculo para la confianza es el esfuerzo propio. Mientras tengas tu propia sabiduría, tus propios pensamientos y tu propia fuerza, no podrás confiar plenamente en Dios. Pero cuando Dios te derrumba y te quebranta, cuando todo empieza a oscurecerse ante tus ojos y veas que no entiendes nada, entonces Dios está cerca. Si esperas en Dios, Él se convertirá en todo lo que necesitas. Mientras nosotros seamos algo, Dios no podrá serlo todo, y su omnipotencia no podrá realizar toda su obra. Ese es el principio de la fe: la desesperación total de uno mismo y la dependencia sólo de Dios.

A continuación, debemos comprender que la fe es descanso. Al principio de la vida de fe, la fe está luchando; pero mientras la fe esté luchando, no ha alcanzado su plena fuerza. Pero cuando las luchas de la fe llegan a su fin, y nos echamos sobre Dios y descansamos en Él, entonces vienen el gozo y la victoria.

En mi introducción, mencioné cómo comenzó la Convención de Keswick. Les hablé del canónigo Battersby y de su búsqueda de la victoria sobre el pecado. Cuando oía hablar de la posibilidad de la victoria, la deseaba de verdad, pero era como si no pudiera alcanzarla. En una ocasión, escuchó un mensaje sobre “el descanso y la fe” a partir de la historia del noble que vino de Cafarnaún a Caná para pedir a Cristo que curara a su hijo. En el mensaje se mostraba que el noble creía que Cristo podía ayudarle de un modo general, pero en realidad acudió a Jesús a modo de experimento. Esperaba que Cristo le ayudara, pero no estaba convencido de esa ayuda. Pero cuando Cristo le dijo: "Vete, que tu hijo vive", aquel hombre creyó en la palabra de Jesús; de hecho, descansó en ella. No tenía ninguna prueba de que su hijo estuviera bien, y tuvo que caminar siete horas de regreso a Cafarnaún. En el camino de vuelta, se encontró con su criado, que le trajo la primera noticia de que el niño estaba bien. A la una de la tarde del día anterior, en el mismo momento en que Jesús le había hablado, la fiebre había abandonado al niño. Aquel padre se apoyó y descanso en la palabra de Jesús y en su obra, y bajó a Cafarnaún y encontró a su hijo sano; alabó a Dios y se convirtió con toda su casa en creyente y discípulo de Jesús. Eso, amigos míos, es fe. Cuando Dios viene a mí con la promesa de guardarme, y no tengo nada en la tierra en que confiar, le digo a Dios: "Tu palabra es suficiente"; "guardado por el poder de Dios". Eso es fe y eso es descanso.

          "Vete, que tu hijo vive"...Aquel padre se apoyó y descanso en la palabra de Jesús y en su obra

Después de que el canónigo Battersby escuchó ese mensaje, se fue a casa y en la oscuridad de la noche encontró descanso. Descansó en la palabra de Jesús. A la mañana siguiente, en las calles de Oxford, le dijo a un amigo: "¡Lo he encontrado!". Entonces fue y se lo contó a otros y se inició la Convención de Keswick para que los asistentes a la convención, junto con él mismo, dieran testimonio sencillo de lo que Dios había hecho.

Es algo grandioso cuando un hombre llega a descansar en el poder omnipotente de Dios para cada momento de su vida con respecto a las tentaciones de la prisa, la ira, las actitudes sin amor, el orgullo y el pecado en general. Es una gran cosa entrar en un pacto con el omnipotente Jehová, no a causa de cualquier cosa que cualquier hombre dice o siente su corazón, pero en la fuerza de la Palabra de Dios: "Guardados por el poder de Dios mediante la fe". Digámosle a Dios que vamos a probarle hasta lo sumo. Digamos: "No te pedimos nada más de lo que puedes dar, pero no queremos nada menos". Digamos también: "Que mi vida sea una prueba de lo que puede hacer el Dios omnipotente". Que éstas sean las dos disposiciones de nuestras almas cada día: profunda impotencia y sencillo descanso infantil.

Una reflexión más sobre la fe: La fe implica comunión con Dios. Muchas personas quieren tomar la Palabra y creerla, pero descubren que no pueden. Usted no puede separar a Dios de Su palabra. Ninguna bondad o poder puede ser recibido aparte de Dios, y si usted quiere entrar en esta vida de piedad, usted debe tomar tiempo para la comunión con Dios.

La gente a veces me dice: "Mi vida es tan apresurada y ocupada que no tengo tiempo para la comunión con Dios". Un querido misionero me dijo: "La gente no sabe cómo somos tentados los misioneros. Me levanto a las cinco de la mañana y allí están los nacionales esperando sus órdenes para trabajar. Luego tengo que ir a la escuela y pasar horas allí; y luego hay otro trabajo. Pasan dieciséis horas de prisa, y apenas tengo tiempo para estar a solas con Dios". Ahí está el problema. Quiero que recuerdes dos cosas. No te he dicho que confíes en la omnipotencia de Dios como un mero objeto, y no te he dicho que confíes en la Palabra de Dios como un mero libro, sino que te he dicho que acudas al Dios de la omnipotencia y al Dios de la Palabra. Tratad con Dios como aquel noble trató con el Cristo vivo. ¿Por qué pudo creer la palabra que Cristo le habló? Porque en los mismos ojos y tonos y voz de Jesús, el Hijo de Dios, vio y oyó algo que le hizo sentir que podía confiar en Él. Y eso es lo que Cristo puede hacer por ti y por mí. No intentes avivar y  despertar la fe desde dentro. Cuántas veces lo he intentado y he hecho el ridículo. No puedes despertar la fe desde el fondo de tu corazón. Sal de tu corazón y mira al rostro de Cristo y escucha lo que te dice sobre cómo te guardará. Mira al rostro de tu Padre amoroso.

Tómate tiempo cada día con Él y comienza una nueva vida con el profundo vacío y la pobreza de un hombre que no tiene nada y que espera recibirlo todo de Él; con la profunda tranquilidad de un hombre que descansa en el Dios vivo, el omnipotente Jehová; y pruébale si no abrirá las ventanas del cielo y derramará una bendición demasiado grande para contenerla.

Concluyo preguntándote si estás dispuesto a experimentar plenamente la guarda celestial para la herencia celestial. Robert Murray M'Cheyne dijo: "Oh Dios, hazme tan santo como pueda serlo un pecador perdonado". Y si lo dices seriamente, desde lo profundo de tu corazón, ven y entra en un pacto con el eterno y omnipotente Jehová, y en gran impotencia, pero con grande descanso, ponte en Sus manos. Y luego, al entrar en tu pacto, llévate contigo la promesa de que el Dios eterno va a ser tu compañero, tomándote de la mano en todo momento. Nuestro guardador vela por nosotros sin intervalo; nuestro Padre se deleita en revelarse a nuestras almas. Él tiene el poder de dejar que el sol de Su amor brille sobre nosotros todo el día. No temas que porque tengas un trabajo secular, no puedas tener a Dios contigo siempre. Aprende una lección del sol natural que brilla sobre ti todo el día; dondequiera que estés, Dios se encarga de que brille sobre ti. Y Dios se encargará de que Su propia luz divina brille sobre ti y de que permanezcas en esa luz. Confiemos en que Dios lo hará.

Escucha estas últimas palabras. Aquí está la omnipotencia de Dios, y aquí está la fe alcanzando la medida de esa omnipotencia. ¿Podemos decir: "Voy a confiar en mi Dios por todo lo que Su omnipotencia puede hacer"? ¿No son maravillosas las dos caras de esta vida celestial? La omnipotencia de Dios cubriéndome, y mi voluntad en su pequeñez descansando en esa omnipotencia y regocijándose en ella. (Contribuido)

 

 

Momento a momento, soy guardado en Su amor;

Momento a momento, tengo vida desde arriba;

Mirando a Jesús, brilla la gloria;

Momento a momento, oh Señor, ¡soy Tuyo!




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